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White Album: The Beatles y el arte de no tener limites

A medio siglo de la grabación del mítico “Álbum blanco”, recorremos la historia del disco doble más famoso de la música. Es a partir de acá que empieza a resquebrajarse el universo beatle y, como una secuencia, al año siguiente llegaría el final de la banda más exitosa de todos los tiempos.

Para 1968, los Beatles no sólo eran el grupo más famoso del mundo, sino que habían logrado hasta el “despropósito cultural” de cambiar al mundo.  El mismo que esperaba con mucha expectativa el sucesor de Sgt. Papper’s Lonely Hearts Club Band. Y con White Album, los Beatles volvieron a sorprender a todo y brotaron infinitos senderos para el futuro sobre los que el rock se nutrió las décadas venideras.
Los Beatles venían con un demoledor envión, demostrando una ilimitada ambición artística. Algunos críticos tildaron al disco de “inocente parodia con pretensiones satíricas”. En lo narrativo se ponen en la vereda de enfrente del trabajo anterior, satirizando los viajes experimentales, con sendos y tranquilos aterrizajes.
Tras el revolucionario Sgt. Papper’s Lonery Hearts Club Band, llegaba una etapa de un necesario cambio de oxigenó, tras un año bastante cargado de experimentación, donde los Fab Four habían tocado las fibras más sensibles, cambiando las reglas de juego, pateando el tablero más “purista” de la música popular.
En 1968, los músicos se recluyen del mundo con la necesidad de cambiar un poco la agobiante sobreexposición. Se van a la ciudad de Rishikesh, en la India, donde deciden aislarse durante un tiempo de la mano de la “meditación experimental”. Durante dicha estadía es John Lennon quien alcanza el máximo nivel creativo en toda su carrera. Al igual Paul Mc Cartney, quienes sacan canciones como conejos de la galera.
Eran muchos cambios en tan poco tiempo, y debían tomarse un tiempo para asimilarlos. Incluso hacía poco que Brian Epstein había muerto. Durante la estadía en la India, Su gurú fue el famoso Maharishi Mahesi Yogui, quien tenía la tarea de ser su guía espiritual. Aunque al final Lennon se terminó hartando de sus conductas de “rock star”.
En las veinte canciones que componen el álbum doble se puede observar, sobre todo en el primer disco, los antagonismos musicales y el surrealismo narrativo, desde Back in the U.S.S.R. pasando a una seguidilla de desconcertantes cambios con Dear Prudence, Glass Onion y Ob-la-di, Ob-la –da, con el prologó de Wild Honey Pie, para saltar a la inolvidable The Continuing Story Of. Lennon y Mc Carney en la máxima expresión artística, donde lo melódico de I’m So Tired y Blackbird y de ‘Piggies’ y la ‘I Whill’ y ‘Julia’.
En el segundo disco, El rock and roll se impone de la mano de Birthday y el moderno blues británico en Yer Blues y Helter Skelter. Tampoco faltan los matices melódicos expuestos en Sexy Sadie. Mientras que las experimentales Revolution 1 y Revolutión 9 muestran el costado más osado y creativo del doble disco. Por su parte, God Night cierra en la versión más clásica del disco; aunque, con el correr de los formatos y ediciones, Hey Jude se impuso en el final. Las canciones son un verdadero viaje, porque oscilan entre varios géneros que van desde el blues britanico, un poco de Beach Boys, el ska y mucho rock and roll.
Los estallidos de una descomunal guerra de egos, donde las paredes de los estudios EMI vibraban como “Normandia”. Uno de los factores que llevó a la tensión fue nada menos que la aparición de Yoko Ono en medio de las sesiones, lo que incomodaba a los demás integrantes, ya que tenían la regla de oro de que “nadie de afuera de la banda, ni familiares” podían entrar al estudio. A todo esto, se sumó el consumo de heroína por parte de Lennon, y un Mc Cartney queriendo hacer todo a la vez.
Muchas de las maratónicas sesiones de grabación terminaban a altas hora de la madrugada, con los músicos grabando en simultaneo en otros estudios de EMI. Ringo Starr ensayo una “retirada” durante una semana, amenazando con irse definitivamente, por la irrespirable atmosfera de tensión. George Harrison también estuvo tentado por seguir el camino de Ringo. En ese momento, Harrison estaba atravesando una madurez artística, y sentía que podía aportar mucho más a nivel creativo que la primera guitarra.
A pesar de la rispidez y tensión, nunca faltó ese espíritu solidario a la hora crear; esa infinita paciencia de apoyarse mutuamente en los momentos más difíciles, logrando la gran joya de antología de todos los tiempos. Sin dudas, el Álbum Blanco es el disco doble más famoso de la historia.

Fuente: esquinarockweb.com.ar

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