“Lo que la gente pide y le corresponde es imposible hacer. No va a haber devolución de las entradas, es algo matemático porque estoy pagando las cosas que le correspondían pagar a Pity Álvarez. Sinceramente no sé qué decirle al público, pero yo hice todo para que el show se haga. No soy un garca ni desaparecí”.
Lapidario y contundente, Lucas Salinas salió a dar su versión de lo ocurrido con el frustrado regreso de Viejas Locas en Argentinos del Norte, en una entrevista exclusiva con LA GACETA. Durante la madrugada del lunes, en lugar del recital se vivieron incidentes cuando el músico subió al escenario a las 5 de la madrugada en vez de a las 23, y a hablar en vez de a cantar. Salinas relata la cronología de hechos que llevaron a este retorno no consumado, que se remonta al año pasado.
– ¿Cuánto tiempo llevó organizar este regreso frustrado?
– La historia comienza hace tiempo. Ya había organizado algunos shows de él, como el de Villa Luján hace dos años, que fue hermoso porque tocó como tres horas. Salió con retraso, pero era normal en él y supuestamente ahora no lo iba a hacer. La relación quedó muy bien, porque encontró en mí una persona que le transmite seguridad y confianza. Me dijo que lo buscaron un montón de productores para que volviera a actuar cuando tuvo el accidente el año pasado. Nos elegimos mutuamente, porque hay muchos productores que no quieren trabajar más con Cristian.
– ¿Cómo estaba él entonces?
– En ese tiempo, durante su rehabilitación, yo hablaba con una persona que estaba muy bien, fantástico. Desde el hospital me decía que la vuelta la hacíamos en Tucumania; así la menciona a la provincia porque afirma que no es parte de la Argentina, y que acá rigen otras leyes. Me mostraba cómo tenía los cuadernos llenos de la puesta en escena, porque él diseñó las luces, las pantallas y todo. Estaba reentusiasmado con el regreso. Después de que salió y hasta ahora fue complicándose el trato. Al principio aseguraba que iba a estar mucho mejor, y en enero me dijo: “ya estoy grande para salir de esta situación, muero por la causa”.
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– ¿En qué consistió el acuerdo?
– Siempre fui su coproductor, no fui su mánager ni le compré ninguna fecha. Quizás me hubiese convenido pautar un monto de dinero y listo, pero no fue así. Era 50% de la recaudación para cada uno. Su idea era que si metíamos más público del previsto, se llevaba más plata. Era a su favor.
– ¿Así figura en el contrato entre ambos?
– Nunca firmamos un contrato, ni antes ni ahora. Todo fue de palabra y siempre hubo confianza en cumplir los acuerdos. Nunca pensé en cómo serían las cosas, hasta el día del show. Hay un vacío legal muy grande.
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– Es mucha informalidad para algo tan grande…
– Es que todo se iba cumpliendo y los acuerdos siempre se hicieron en su “casa de los colores”, como la llama, que es bastante chica. En diciembre me voy a su casa para concretar y poner el arreglo en una hoja. Ahí comienzan los problemas, porque siempre se tiró abajo en la cantidad de gente que va a sus shows. En Villa Luján pensó en 4.000 personas y fueron poco más de 5.000, aunque no era el espacio para hacerlo, lo decidió él entonces.
– Esta vez fue mucha más gente.
– Estaba seguro de que iba a venir más gente que en Villa Luján por la expectativa creada con su vuelta. Pusimos un piso de entre 7.000 y 8.000 personas, era una cantidad responsable, yo sé cuánta gente puede ir a un show. Y entró ese número al club, con gente que vino de Córdoba, Jujuy, Salta, de todos lados. No consideré algunas variables, como la actuación de La Renga en San Luis el mismo día, que restó público.
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– ¿Esa desconfianza de Pity es nueva?
– No. No usamos teléfonos adentro de su casa porque todo el tiempo él piensa que hay drones a la vuelta, controlándolo. Su puerta tiene como 10 llaves. Si te movés de alguna forma piensa que entró algo y lo está filmando, es muy difícil el trato. Todo queda chico frente a él, no conozco a nadie como Pity. Nunca sabés cuánta plata tiene, sé que tiene mucho. No es ningún gil, administra su plata, tiene a sus abogados caros y constantemente está siguiendo las redes, aunque diga que no. Que haga estupideces no lo convierte en un tonto.
– Pity estuvo en enero conociendo el lugar. ¿Qué pasó?
– Pity quiso venir a ver el club, porque tenía miedo de que se metiera gente sin pagar. Llegó y dió el OK, no sé qué otro club podría estar más en condiciones que Argentinos del Norte, frente al parque 9 de Julio, la terminal al lado y con mucho espacio. En Atlético o en San Martín es más difícil porque tenés a los barrabravas alrededor y estás en medio de un barrio. En este caso se montó un vallado perimetral y hubo seguridad para que la gente no pase.
– Ya antes del sábado estaba todo complicado, con la clausura que impuso la Municipalidad.
– Parte de ese problema también fue por culpa de Pity. Yo estuve una semana en Buenos Aires porque él quería verme y nunca me atendía. Al final, me volví para tratar de solucionar el tema de la clausura. Es cierto que al director de Bromatología, Oscar Gramajo, le dije que no había forma de parar el show, porque había miles de personas viniendo para acá. Son ninjas que no se iban a bancar que no se hiciera el recital. Algo de corrupción había adentro, nunca fue un inspector a controlar el club. Le cambié los portones, lo pinté por dentro y por fuera, le corté el césped, arreglé alambrados, había seguridad… La clausura era sobre un saloncito a 50 metros del escenario, que no pensábamos usar. Durante dos semanas mis empleados fueron a tratar de levantar la prohibición, poniendo la plata que sea, y no pudieron. En el Tribunal Municipal de Faltas me decían que el expediente no estaba allí y la gente de Argentinos del Norte me decía que se podía hacer le show y que todo estaba bien, pero nadie me daba muchas respuestas. Vengo organizando shows desde que salí de la secundaria, hace 12 años, y en la Municipalidad dije que todo se iba a hacer igual. Contraté seguridad privada para cuidar a la gente.
– Dentro del predio no hubo nadie uniformado.
– Fue por pedido de la gente de Viejas Locas, porque ver uniformes genera violencia en la gente. La Policía estuvo, pero afuera, para proteger a la gente. Vinieron dos micros de gira con 50 empleados de seguridad de Buenos Aires y acá contraté 100 más. Nunca hay nadie armado adentro para evitar una tragedia. No se podía evitar ni preveer que se queme el mangrullo, pese a que había bomberos y matafuegos en el lugar. Hice todo como se debía hacer y tengo todas las carpetas aprobadas.
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– ¿Nunca evaluaste suspender el show?
– Sentía que había algo raro, pero no, nunca, era imposible hacerlo.
– ¿De cuánto fue la inversión?
– Costó unos $6 millones, con los honorarios de la banda incluidos, que son sesionistas. Sólo en la producción gasté unos $4 millones. Hay un montón de gastos que estoy afrontando que le correspondían pagar a Cristian y se borró. La gente que trabajaba para él me busca a mí, y yo los atiendo. Cuando me llamaban por teléfono el sábado, les contestaba que él estaba sentado en su casa, sin ganas de salir y que no le importaba de ellos, no pone la cara por nadie. Como yo les pagué, empezaron a responderme a mí. Este es un negocio que mete mucha gente, pero no quiero saber nada más con Cristian. No me robé nada, estoy sacando de otras producciones para afrontar los gastos pendientes. Pero las entradas que se compraron en La Rockería no se pueden devolver; las de NorteTicket.com sí, porque son sólo unas 100 y no rindieron cuentas aún.
– ¿Por qué vinieron en vuelo privado, de madrugada?
– Porque Pity no quiso volar antes. Tenía cuatro pasajes emitidos para las 5 de la mañana del sábado en Aerolíneas Argentinas y a las 2 me suena el teléfono y era él que me dice que si no lo iba a buscar no tenía ganas de venir. Llegué a Buenos Aires a las 14 y a las 16.30 había un vuelo de Andes. Quería que le lleve dinero porque decía que Tucumán es muy peligroso, y así lo hice, y se lo entregué en mano. No me firmó ningún recibo. Yo le pagué todo lo que correspondía de su parte. Fue la segunda entrega de plata que le hice en efectivo, porque él no quiere ninguna transferencia bancaria. Cuando llego, me vuelve a plantear lo de las entradas, y era incomprobable lo que me reclamaba. Bajo y al rato se va la gente que estaba con Pity, porque la había echado acusándola de traición. Evidentemente tenía un día terrible. Subo y no me atiende la puerta hasta las 20, que me dice que sí viajabamos.
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– A esa hora ya se habían quedado sin vuelo de línea.
– Lo del chárter fue tirar el último anzuelo para pescarlo. Me costó U$S 12.000, y mi gente tuvo que cambiar efectivo por dólares ese día por la tarde. Antes de las 22 estábamos por salir y decide bañarse; fueron tres horas más. Al salir se le rompe una gaseosa y se cambia las zapatillas. Todo era así. Tenía ganas de romperle la puerta a patadas. Cuando estaba saliendo hace la videollamada que se proyectó en el predio. En el aeropuerto se saca fotos son sus fans. Y en el avión me empezó a hablar cuando yo sólo quería dormir un rato, él no tenía conciencia de lo que estábamos haciendo. Al aterrizar me despiertan los pilotos a las 3.50; él estaba dormido, pero antes había desarmado toda la valija. Subimos a mi auto y en viaje al predio exige hablar con su equipo antes de salir. Desconfiaba de todos y creían que estaban acomodados conmigo para pagarle menos. Le ofrecí pagarle la diferencia de entradas que él calculase, si era una cantidad razonable, pero no sólo por pensar cuánta gente debería estar. Llegamos a las 4.10 y volvió a plantearme cosas, así que le di las llaves del auto y le dije que hasta ahí llegaba y que me desentendía de todo. Bajó y se fue al camarín, y cuando subió al escenario tenía malas intenciones: quería tirarle toda la bronca a la gente, hablar mal de su equipo, de su técnica y de su banda, decir que todos los traicionaron.
– Mientras tanto, ¿estaba todo listo para el recital?
– La banda estaba lista para tocar e incluso hizo el show entero el viernes para probar las luces increíbles y las proyecciones. La lista de temas era fabulosa, con todos sus éxitos, y empezaba con “Me gustas mucho”. Eran 24 canciones, con todo lo que la gente quería escuchar. La gente de técnica quiere poner como prueba que todo lo suyo estaba listo y que Álvarez fue el que no quiso actuar. Nunca tuvo un equipo como el que iba a usar, costó más de $2 millones. Si salía al escenario con la lista de temas que había armado, la rompía. La banda es un bandón, son musicazos todos y Fernando Samalea no se iba a meter en este proyecto si no era serio. Me dio bronca no poder sacarlos al escenario, me llenó de impotencia.
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– ¿No hay ninguna respsonsabilidad tuya?
– Yo cumplí con todo, y él llegó y se prendió fuego solo cuando subió al escenario a tirar besitos y a cancherear, en vez de a tocar. Ya no entiendo por qué la gente le es refiel; si hubiese comenzado a tocar, todo se calmaba y el recital hubiese sido fabuloso. Me hubiese salvado. Debo estar un poco loco yo también para bancarle todo lo que le banqué. Le puse el pecho y me traicionó a mí y a toda la gente que trabaja conmigo. Me traicionaron quienes me dijeron que no lo podía hacer y él también. Ahora tengo millones de problemas, pero ya terminó y puedo descansar y dormir.
– Sabés que hay gente que te va a cuestionar.
– No me estoy burlando de ellos, pero es imposible devolverles las entradas porque el dinero se gastó, no puedo afrontar esa cifra. Estoy satisfecho de que no haya habido incidentes con las personas, que nadie haya salido lastimado ni herido, aunque se hayan quemado algunas cosas; algunas de ellas estaban aseguradas pero no sé su valor. Hubo técnicos llorando por lo perdido, pero no hubo una tragedia porque tomé todas las precauciones y porque me importa la gente, aunque al Gobierno no.
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– ¿Te notificaron de alguna causa judicial?
– No todavía, nada de nada. Siento que soy más rockero que Pity, quise que se hiciera el show por la gente, incluso sin respetar la clausura, y él sólo pensó en el dinero. No sé si me favorece o no hablar, pero no me estoy escondiendo de nadie.
– ¿Esto golpea de forma especial al género?
– Amamos el rock y esta movida. Pero hay muchos que quieren destrozarlo y otros queremos defenderlo. Yo trabajo haciendo shows y voy a seguir en esto. No estoy lavando plata ni le cubro las espaldas a nadie.
¿Pity esperaba más aún?
– El problema fue de dinero, pero no por parte mía, le iba a pagar todo lo que correspondía. El tema fue que los aplaudidores que lo rodean le dijeron que íbamos a meter 10.000, 12.000 y hasta 15.000 personas. Hubiese sido buenísimo, pero la realidad es que cada vez que veíamos cuántas entradas se iban vendiendo, las cifras eran otras y él no me creía. Yo conocía lo que pasaba y nunca le mentí. La cosa está difícil y la gente no compra tantas anticipadas, pero se terminaron vendiendo más de 7.000 localidades en total. Para mí fue una locura de gente, con la situación económica que estamos viviendo. No podíamos meter más por la crisis que hay.> ¿Cómo te sentís?
– Me siento en paz. Para mí, este show fue un éxito en cuanto a mi organización, llevé a cabo lo que dije que iba a hacer, era imponente y hermoso verlo, pero no se lo pudo disfrutar porque el artista decidió que la gente no lo disfrute. La gente vio que Pity estaba ahí y sabe quién se burló. Sólo le importa él y ya no sé si es de mala gente o de que está desequilibrado. Hice todo lo que pude por respeto a la gente, lo contrario de Pity.> ¿Qué esperás de ahora en más?
– Ahora espero que Pity salga y hable. Es muy inteligente y estoy seguro de que va a decir algo, echarle la culpa a alguien o decir que el club no estaba habilitado, porque es muy manipulador con su público. Seguramente se va a viralizar esta noticia y quiero que me entiendan. Pity quiso hacer un show y lo hizo. Salió al escenario aunque no para tocar. Quería que lo aplaudieran, pero le salió mal. Puede ser digno todavía, y devolver la plata de las entradas.
Fuente: lagaceta.com.ar