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Pink Floyd: viaje al lado oscuro de la luna

El disco emblema de Pink Floyd, The Dark Side Of The Moon, cumple cuarenta y cinco años desde su publicación: es el rankeado por más tiempo y el segundo más vendido de todos los tiempos. A continuación repasamos las razones de su éxito.

A Pink Floyd le llevó alrededor de cinco años (desde el debut discográfico con The Piper at the gates of Dawn en 1967) de progresos experimentales para darle una forma concreta a The Dark side of the Moon. La culminación de todo un proceso de exploraciones del inconsciente que vio la luz el 1° de marzo de 1973, pero el camino hacia el Lado oscuro de la Luna había comenzado de la mano de su primer líder: Syd Barret. Durante esas exploraciones, Barret quedó en el camino a causa del exceso de LSD (“Nunca pudo volver”, según su entorno). El disco se grabó entre mayo de 1972 y enero de 1973 y su primer título fue Dark Side Of The Moon: A Piece For Assorted Lunatics. Incluso fue presentado en vivo antes de grabarlo en estudio.

En el año 2016 salió The Early Years 1967-1972, donde se puede apreciar la evolución de aquella metamorfosis vanguardista.  El álbun, en todo momento, deja bien en claro los desmesurados niveles de ambición artística.
 
La guerra de egos entre Roger Waters y David Gilmour se hizo pesar durante gran parte de la grabación. Nick Manson y Richard Wright pilotearon como testigos privilegiados de la encarnizada lucha creativa. En las agotadoras y maratónicas sesiones de grabación, solo se permitían parar por los partidos de la Liga de Inglaterra y el exitoso programa de humor de la época.
 
Por su parte, Alan Parson (quien venía de grabar con los Beatles Abbey Road y Let it Be) fue fundamental en los aspectos más innovadores del disco. Él fue el cerebro hasta del más mínimo detalle sonoro de este material que se fue elaborando entre largas zapadas en vivo y grabaciones caseras. A nivel sonoro fue un adelanto tan grande que, al día de hoy, sigue siendo un disco actual. Así, para la grabación, se utilizó una novedosa mesa de 28 canales con cuatro salidas cuadrafónicas. Parson no tuvo el tiempo que hubiera querido disponer para trabajar la mezcla, por eso se escucha en stereo. La famosa introducción de Time se grabó en una relojería con la sincronización simultanea de una innumerable cantidad de relojes, lo que explica por qué el sonido uno lo pueda sentir tan real y cercano. El disco fue pionero en el empleo de los primeros sintetizadores y la utilización multipistas.
 
En TDSOTM, la narrativa de Roger Waters se aprecia en su máxima expresión, donde ciertos destellos filosóficos de genialidad conviven con la ironía y la belleza. Desde su afilada pluma ataca la ilimitada vanidad humana, como también crítica el materialismo ocioso que lo ve como la gran piedra a la creación y evolución humana. No puede dejar de nombrarse tampoco la estremecedora introducción del álbum, cuyo sonido va llegando muy lentamente con esos lentos latidos donde un psicodélico grito como de entresueños introduce ese arpegio agudo de guitarra acústica (de cuerdas nuevas) Speak to me para dar lugar a una demoledora Breate in the Air:
 
“ Respira, respira el aire.
No tengas miedo de preocuparte.
Vete, pero no me dejes.
Mira a tu alrededor y elige tu propia tierra.
A pesar de lo mucho que vivas y lo alto que vueles,
de las sonrisas que des y las lágrimas que llores,
y de todo lo que toques y veas,
es todo lo que será tu vida”.
 
“Corre conejo, corre, cava ese agujero y olvídate del sol”, dice en On the run, dejando en claro con esa afilada frase la temática del disco. Otro dato de color es el sonido de la caja registradora en Money, que habla por sí sola,  dejando expuesta la vanidad de la sociedad capitalista de Occidente, con sumo interés en lo artificial y material ante las cosas verdaderas de esta vida. Y en la ya citada Time, nuevamente el dedo satiricón de Roger Waters hace estragos, y no perdona.
 
Una de las grandes leyendas que rodean a TDSOTM giran en torno a la famosa película El Mago de Oz, donde una sincronización musical de las letras con las imágenes de la película de 1939 y el ritmo son una poderosa coincidencia. Comienza en el tercer rugido del león de la Metro Golwing Meyer (se recomienda parar varias veces, ya que la película es más larga que el disco). Probablemente, la memoria inconsciente habrá tenido mucho que ver con alguna de aquellas zapadas épicas, donde se cargaron de una paciencia oriental para armar aquella “telaraña”, luego de varios años de experimentos.
 
En 1990 en una encuesta realizada por una radio australiana, The Dark Side Of The Moon salió como el mejor disco de la historia para hacer el amor, aunque también está considerado como el disco preferido para escuchar fumando marihuana. Sin duda, este álbum combina como ninguno la belleza y sensualidad creativa, rodeado de un aura misteriosa de una vanguardista expresión artística.
Fuente: esquinarockweb.com.ar
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